Reportaje fotográfico realizado por Daniel Castellà durante su visita a mediados de abril 2011 al Observatorio de Calar Alto (Centro Astronómico Hispano Alemán, Almería).
Cúpula del telescopio de 2,2 metros.
Daniel Castellà con el telescopio de 2,2 metros.
Las 16 personas que participamos en la expedición (incluyendo dos profesores).
El instrumento CAFOS, es decir, la cámara que usamos para hacer fotos.
La sala de control con las cúpulas de fondo.
Desde el edificio de la izquierda se controlaban los telescopios de las cúpulas.
Nuestro grupo observando M53.
Dentro de la sala de control, aprendiendo a usar los telescopios.
Vista de los programas de control del telescopio.
Cúpula del telescopio de 3,5 metros en la cima de la montaña.
La cúpula y la Luna.
Telescopio de 3,5 metros.
Telescopio de 3,5 metros.
Comparación entre el tamaño del instrumento (el autor se refiere al telescopio) y el tamaño de las personas.
Quince personas subidas encima del telescopio y aun hay espacio de sobra. Para entender lo grande que es.
Comparación entre el tamaño del telescopio y el tamaño de las personas.
El cielo, la Vía Láctea y las cúpulas.
Las cúpulas bajo el cielo estrellado.
Las cúpulas bajo el cielo estrellado.
La cúpula del 3,5 m.
Ésta es la entrada al comedor y lugar de reposo del observatorio.
Éstas son las casas donde vivíamos (2 personas por casa, eran casi mejores que mi piso).
Detrás se puede ver la cúpula del 3,5 m.
El bosque que había junto a las casas, perfecto para intentar matar a alguien de un susto.
La Vía Láctea, lástima que estuviera tan cerca del horizonte.
La costelación de Scorpius completa (algo que no se puede ver desde Castelldefels).
La Vía Láctea.
El cielo sin la presencia de la Luna.
A la izquierda puede distinguirse una persona de otro de los grupos que también aprovechaban para hacer fotos.
A pesar de la completa oscuridad continuaba habiendo contaminación lumínica en el horizonte.
El cielo cerca del bosque.
La cúpula del 3,5 m.
La Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) pasando sobre las cúpulas.
La ISS pasando sobre las cúpulas.
EL LARGO VIAJE A CALAR ALTO
Crónica de Daniel Castellà
Nuestra historia empieza a finales del año 2010 en el aula A44M de la Facultad de Física de la Universidad de Barcelona. Una treintena de alumnos (entre los que me incluyo) estábamos esperando el comienzo de la clase de Astronomía Observacional que allí se impartía. Cuando entró la profesora nos anunció algo que ya habíamos oído a principio de curso pero que aún no se había confirmado, la universidad organizaba una observación de tres días en el Centro Astronómico Hispano Alemán (CAHA), más conocido como Observatorio de Calar Alto, en Almería. La mayoría de nosotros llevábamos semanas esperando este momento, ya que era el plato fuerte de la asignatura (a pesar de que no contaba para la nota final). Solo había una pega, y es que únicamente había 14 plazas disponibles. Eso significaba dejar fuera a 12 alumnos. Las plazas se decidían por currículum, no un currículum académico sino un currículum de actividades astronómicas. Por suerte, dada mi actividad con la Agrupación Astronómica de Castelldefels y otras agrupaciones amigas, no sufrí demasiado por quedarme sin sitio. Esto es algo que siempre agradeceré a la AAC.
Una vez terminados los exámenes de enero y la resaca posterior, se abrió la caza para los billetes a Calar Alto. Algo muy importante a tener en cuenta es que la universidad cubría todos los gastos (incluyendo viaje, alojamiento y comida) con lo que la demanda fue más que notoria. Además estábamos tres días sin clase lo que también animaba (aunque luego se paga a la vuelta). Yo envié mi currículum 100% convencido de que iría a Calar Alto, aunque por si acaso fui al despacho de la profesora para asegurarme de que había recibido mi currículum porque quedarse fuera por un mensaje mal enviado hubiera sido muy triste. El 9 de marzo, los 14 recibimos la notificación de nuestra selección para el viaje juntamente con los días que teníamos disponible el telescopio (las noches del 11 y 12 de abril), lo que nos dejaba un mes de margen para preparar una observación científica.
Aunque ese mes se vio reducido rápidamente a dos semanas ya que la primera reunión que tuvimos con los profesores para preparar el viaje no fue hasta el 23 de marzo. Y los problemas no acabaron aquí ya que en la siguiente reunión teníamos que traer ya una presentación sobre nuestro proyecto científico. La reunión fue el 1 de abril, 10 días antes de salir. Nuestro grupo preparó 2 proyectos, uno sobre exoplanetas y otro de reserva sobre estrellas variables. Como habíamos supuesto, otro grupo también quería buscar exoplanetas por lo tanto tuvimos que escoger la opción B que no teníamos muy preparada lo que nos dejo solo 7 días para preparar prácticamente de 0 un proyecto (la presentación definitiva era el día 8 de abril, el viernes antes del viaje). Fue una semana intensísima, de muchas horas delante del ordenador seleccionando estrellas variables. Nuestro proyecto consistía en calcular la distancia al cúmulo globular M53 mediante estrellas variables RR Lyrae. Tuvimos que revisar muchas estrellas del cúmulo para saber cuáles eran variables y cuáles podíamos usar como estrellas de referencia y aparte seleccionar las mejores horas de observación, calcular los tiempos de exposición… y otros datos que no creo que sea necesario escribir.
Una vez terminados los exámenes de enero y la resaca posterior, se abrió la caza para los billetes a Calar Alto. Algo muy importante a tener en cuenta es que la universidad cubría todos los gastos (incluyendo viaje, alojamiento y comida) con lo que la demanda fue más que notoria. Además estábamos tres días sin clase lo que también animaba (aunque luego se paga a la vuelta). Yo envié mi currículum 100% convencido de que iría a Calar Alto, aunque por si acaso fui al despacho de la profesora para asegurarme de que había recibido mi currículum porque quedarse fuera por un mensaje mal enviado hubiera sido muy triste. El 9 de marzo, los 14 recibimos la notificación de nuestra selección para el viaje juntamente con los días que teníamos disponible el telescopio (las noches del 11 y 12 de abril), lo que nos dejaba un mes de margen para preparar una observación científica.
Aunque ese mes se vio reducido rápidamente a dos semanas ya que la primera reunión que tuvimos con los profesores para preparar el viaje no fue hasta el 23 de marzo. Y los problemas no acabaron aquí ya que en la siguiente reunión teníamos que traer ya una presentación sobre nuestro proyecto científico. La reunión fue el 1 de abril, 10 días antes de salir. Nuestro grupo preparó 2 proyectos, uno sobre exoplanetas y otro de reserva sobre estrellas variables. Como habíamos supuesto, otro grupo también quería buscar exoplanetas por lo tanto tuvimos que escoger la opción B que no teníamos muy preparada lo que nos dejo solo 7 días para preparar prácticamente de 0 un proyecto (la presentación definitiva era el día 8 de abril, el viernes antes del viaje). Fue una semana intensísima, de muchas horas delante del ordenador seleccionando estrellas variables. Nuestro proyecto consistía en calcular la distancia al cúmulo globular M53 mediante estrellas variables RR Lyrae. Tuvimos que revisar muchas estrellas del cúmulo para saber cuáles eran variables y cuáles podíamos usar como estrellas de referencia y aparte seleccionar las mejores horas de observación, calcular los tiempos de exposición… y otros datos que no creo que sea necesario escribir.
Finalmente, terminamos el jueves por la noche y pudimos hacer una buena presentación el viernes. En dos semanas habíamos pasado de la ilusión y alegría a casi la desesperación. Ahora tocaba disfrutar.
El lunes 11 de abril tocó levantarse a las 6:30 para ir al aeropuerto. Nuestro avión salía a las 10:20 destino Granada (no encontraron billetes para Almería). No hubo ningún problema, todo el mundo llegó puntual, la compañía aceptó todo el equipaje, nadie quedó retenido en seguridad… Todo funcionaba normal (o tal vez anormal dependiendo de la compañía con la que se viaje). El avión llegó puntual, nos subimos y nos sentamos en nuestros asientos. Esperamos a que la torre de control nos diera permiso para movernos y nos dirigimos hacia la pista de despegue. De repente, un frenazo muy violento nos sorprendió a todos y nos desplazó hacia los asientos de delante (sin consecuencias graves). Todos nos miramos mutuamente pensando “¿qué demonios ha sido eso?” La respuesta no tardó en llegar, el comandante nos informó que teníamos un problema con la rueda delantera y que se abortaba el despegue. Volvimos al garaje para repararla. Empezábamos bien el viaje.
Una hora después el problema fue reparado y no fue un fallo de la rueda sino del ordenador, que daba un mensaje erróneo. Cambiando el ordenador se arregló y pudimos salir ya sin problemas hacia Granada. Suerte que el problema lo tuvimos en Barcelona ya que no estoy muy seguro de que se hubiera podido arreglar en el aeropuerto de Granada. Finalmente, llegamos a tierras andaluzas sobre las 13:00, ahora tocaba un viaje de dos horas y media hasta el observatorio (por lo menos pudimos ver una magnífica vista de Sierra Nevada). Al fin llegamos al CAHA sobre las 16:00, fuimos al edificio central para conocer las instalaciones (lo que más nos gustó fue el billar y el futbolín que había por si hacia mal tiempo) y recoger las llaves del observatorio y de las casas. Además nos dieron las tarjetas para comprar la comida, cada uno tenía 85€ en la tarjeta para gastar, un paraíso aunque creo que nadie llegó a gastarse más de 40. Una vez dejado el equipaje nos fuimos a visitar el telescopio de 2,2 metros, el que íbamos a usar durante la observación (es el telescopio amarillo y azul). Desde lo alto de la cúpula empezamos a ver nubes amenazantes aunque el astrónomo de apoyo nos dijo que suele estar nublado pero que por la noche desaparecen. Veremos si es verdad, pero empezábamos a preocuparnos (menos mal que en el peor de los casos teníamos el billar). Como llevábamos dos horas de retraso casi no tuvimos tiempo para descansar. Después de maravillarnos con el tamaño del telescopio y la complejidad del instrumento CAFOS llegó la hora de cenar. Esto es lo peor de Calar Alto, tener que cenar a las 18:30 (y en invierno a las 17:00). Yo intenté comer algo pero me fue imposible. Por suerte, podíamos guardarla y comérnosla más tarde.
A las 20:00 nos dirigimos hacia el edificio de control. Con tanto movimiento durante el día, nuestras fuerzas ya empezaban a flojear y eso que ni siquiera habíamos empezado la observación. En los observatorios profesionales no se está dentro de la cúpula sino que se está en un edificio aislado, con calefacción, comida, bebida… Para llegar desde las casas hasta el edificio de control había dos caminos, uno por carretera (podíamos ir a pie o en coche ya que el observatorio nos dejaba un par de coches) y otro campo a través. Un dato curioso es que el observatorio está situado a 2000 metros de altura y la presión del aire es de unos 750 hPA (a nivel 0 es de unos 1000), es decir, un 25% menos de presión y eso se notaba mucho cuando andabas de un sitio a otro, sobre todo al respirar.
En ese momento, la montaña entera estaba dentro de una nube, parecía una película de terror. El bosque cubierto por la niebla durante el crepúsculo, con la temperatura descendiendo… Ir campo a través con esa niebla fue muy bonito.
Una vez dentro del edificio aprendimos a usar todos los instrumentos. Teníamos cuatro pantallas para controlar el telescopio, dos para moverlo, una para el instrumento y otra para las fotos que obteníamos. Pero como estábamos dentro de una nube no podíamos hacer gran cosa, además la humedad era casi del 100% y las normas dicen que no se puede abrir la cúpula por encima del 95%. Los horarios estaban repartidos de la siguiente manera, el primer grupo observaba de 22:00 a 24:00; el segundo (en el que estaba yo) de 24:00 a 2:00, el tercero de 2:00 a 4:00 que era cuando se detectaba el exoplaneta y el cuarto de 4:00 a 6:00.
A las 23:00 el cielo empezó a despejarse y el primer grupo pudo empezar a observar, de hecho primero se hicieron las tomas de flats (un flat es hacer una foto con luz uniforme para restar posibles defectos de la cámara en la imagen que obtenemos) y después observaron su objeto celeste. Todos estábamos en la sala de control observando el trabajo para continuar aprendiendo el funcionamiento. A las 0:00 nos pusimos nosotros a los mandos y apuntamos hacia M53. La observación de estrellas variables requiere que se fotografíe el cúmulo durante mucho rato para después ver como varían las magnitudes de las estrellas con el tiempo. Así que nosotros nos dedicamos a eso, a ir pulsando el botón de fotos e ir viendo que todos los parámetros del telescopio estuvieran bien. Creo que hubo un momento en que caí dormido de todo el cansancio acumulado, pero fue durante poco tiempo. A las 2:00 terminamos nuestro turno y decidimos irnos al comedor a tomar algo (de hecho yo no había cenado aún). Fuimos andando por la carretera porque no nos sabíamos aún el camino y menos de noche. Cuando nos habíamos alejado bastante del edificio de control yo me separé del grupo y empecé a hacer fotos del cielo, el hambre y el sueño habían desaparecido al ver el magnífico cielo que tenía encima. Fui recorriendo poco a poco el resto del camino pero parándome a hacer fotos desde diferentes lados del observatorio.
Después de hacer las fotos ocurrió la mejor anécdota del viaje, pero para entenderla primero tengo que explicar cómo hacia las fotos. La noche era muy fría, estábamos a 3ºC de temperatura en el exterior. Para hacer las fotos iba con anorak grueso, guantes, buff i gorro. Salvo los ojos todo iba protegido. Como muchos sabréis, manipular una cámara con guantes no es muy sencillo así que para evitar tener demasiados objetos en las manos me até la linterna al pantalón. Así mientras andaba sujetando la cámara y el trípode podía ver el camino que se iluminaba al andar porque la linterna se movía con mi pierna. Mientras iba haciendo las fotos pasó un coche por mi lado, yo esperé a que me adelantara (en Calar Alto los coches solo pueden llevar encendidas las luces de posición para no contaminar, lo que resulta un poco peligroso) y después seguí andando por la carretera haciendo mis fotos tan tranquilo. De lejos vi como el coche iba hacia el comedor, así que supuse que era otro de los grupos que iba a tomarse algo. Cuando acabé todo el camino fui al comedor yo también para descansar un rato y al entrar veo a tres de los cuatro grupos y de repente empiezan todos a reírse. Yo me quedo sorprendidísimo al no entender de que se reían pero antes de que me diera tiempo a pensar nada más uno de ellos se acerca mí y me dice “Dani, ¿eras tú? Ha sido buenísimo, nos hemos asustado un montón”. Y yo continuo sin entender nada y me dice “sí, que te has puesto a correr detrás de nosotros”. Supongo que con lo que habéis leído no entenderéis a que viene esto y yo tampoco lo entendí hasta que no me lo contaron desde su punto de vista.
Él y su grupo iban en el coche que pasó mientras yo andaba por la carretera. Yo cada vez que me movía de un sitio a otro no desmontaba la cámara y el trípode sino que los llevaba a cuestas. Cuando vi el coche me paré y cuando pasó, seguí andando. Ellos lo que vieron fue a alguien que iba completamente tapado (para protegerme del frío), armado con un palo y que, cuando me adelantaron, vieron por el retrovisor la oscilación de mi linterna que llevaba atada a la pierna. Ellos interpretaron que la oscilación de la linterna era porque me había puesto a perseguirles. Al verlo, se ve que se asustaron de tal forma que fueron a toda leche hasta el comedor (incluso al llegar, el que iba conduciendo se quedó solo dentro del coche porque los otros se habían ido nada más pararse) y empezaron a dar la alarma a todos los que había por allí. Por eso cuando yo llegué, empezaron a reír y me felicitaron por haberles dado ese susto, aunque yo ni siquiera me lo plantee. Así nació la historia del hombre del palo, que es el nombre que dijeron al llegar al comedor asustados.
Después de reír un montón y comer algo volvimos a la sala de control para estar con el último grupo (precisamente el del hombre del palo). Pero entonces el cielo se empezó a nublar otra vez hasta el punto que se tuvo que cerrar la cúpula. Aprovecharon para hacer los darks de las fotografías (un dark consiste en fotografiar con el obturador cerrado para contrarrestar defectos de la cámara), algo que se lo agradecimos todos. Hacia las 5:30 ya vimos que no se podría hacer nada más, así que decidimos irnos todos a dormir, llevábamos casi 24 horas despiertos y como podéis leer, el día había sido más que largo. Así que cogimos todo nuestro material y volvimos andando hacia las casas. Y al llegar uno dice “Eh, no miréis arriba, pero os habéis fijado como está el cielo”. Ahora el cielo estaba completamente limpio y hasta se veía perfectamente la Vía Láctea (que no habíamos podido fotografiar por la Luna primero y las nubes después). Pero ya no podíamos con nuestra alma y nos fuimos a dormir ya que al día siguiente la previsión era mucho mejor y ya habría oportunidad de fotografiarla.
Nos levantamos sobre las 14:00 y a pesar de todo el cansancio no dormí demasiado bien, entre el cambio de horas, la luz y el calor de la habitación (la estufa estaba a tope y la manta era nórdica así que mi cama era un asador). Por lo menos el desayuno no era como el alemán, podías comprar (con la tarjeta) madalenas y otras pastas y zumos en máquinas expendedoras. Hacia las 15:30 fuimos a visitar el resto del complejo empezando por las cúpulas pequeñas y acabando por la joya de la corona, el telescopio de 3,5 metros. Es tan grande que, como podéis ver en la foto, cabíamos todos encima de él. Una cosa curiosa es que hacia más frío dentro de las cúpulas que en el exterior, al final de la visita llegabas a helarte.
Otro dato curioso de Calar Alto es que tiene pasadizos secretos entre los edificios. Todos los edificios están conectados unos con otros por túneles. Se usan sobre todo para impedir que alguien quede aislado por la nieve. A 2000 metros suele nevar bastante y para evitar tener que andar por la nieve aprovecharon que los tubos con cables y demás tenían que ir de un edificio a otro, construyeron los pasadizos y los hicieron pasar por ellos. Como complemento de la visita recorrimos algunos de estos pasadizos, pero hay que saberse el camino porque es fácil perderse.
Después de la visita tocaba cenar otra vez a las 18:30, pero como hice la anterior noche, papel de plata y a esperar. Aproveché para irme a la habitación a descansar un poco antes de la observación, esta vez esperaba no dormirme mientras manipulaba el telescopio. Mi compañero de habitación me dijo que habíamos quedado en el edificio de control a las 20:00, cosa que me sorprendió ya que el Sol aún estaba visible a esa hora. Pero fui con él y efectivamente habíamos quedado a las 20:00 pero solo lo sabían los profes y nosotros porque no apareció nadie más. Mientras esperábamos, aproveché para hacer fotos de la puesta de Sol.
A las 0:00 empezamos a observar otra vez M53, aunque esta vez teníamos menos tiempo debido a que el tránsito de un exoplaneta era a la 1:30 y no podíamos pisarlo. Así que cuando acabamos fui a tomar más fotos y volví hacia las 3:30 ya que teníamos aún media hora más para observar. Cuando acabamos a las 4:00 volví fuera y esta vez no había ni nubes ni Luna por lo que era hora de buscar la Vía Láctea. Había un problema y es que con la oscuridad absoluta costaba mucho enfocar bien la cámara. Me llevó un buen rato pero finalmente se enfocó bien y pude empezar a hacer todas las fotos que no podemos hacer desde aquí (de larga exposición).
Mientras apuntaba hacia las cúpulas tomé una fotografía para mirar que estuviera en la posición correcta y me llevé una sorpresa enorme al ver una línea blanca en la foto. Volví a disparar, y mientras se hacia la foto alcé la vista para ver si era de verdad la ISS, pero no vi nada. Cuando acabó la foto volvía a estar allí la traza blanca (ahora desplazada a la derecha). Volví a disparar y volví a mirar pero yo no conseguía verla. Capté esa traza blanca en tres fotos, pero yo no conseguí verla con los ojos. Después de acabar la ronda de fotos volví a la sala de control y pregunté por alguien que tuviera el Stellarium, que me confirmó que lo que había captado era la ISS. Eso fue estar en el lugar adecuado en el momento oportuno porque no la esperaba, fue pura suerte (de hecho es que ni siquiera la vi).
Cuando salió el Sol nos fuimos a dormir, esta vez mucho más relajados ya que la noche había sido perfecta y sobretodo tranquila. Aunque el viaje de vuelta también fue movido porque éramos seis personas (más ordenadores y cámaras) y solo teníamos un coche, lo que significaba que uno debía volver andando. Pero cualquiera prefiere ir andando, nos apretamos cuatro en el asiento de atrás lo máximo que pudimos y nos fuimos. Íbamos tan apretados que yo no tocaba el asiento y al llegar a las casas, los dos que estábamos en los laterales, abrimos las puertas y nos caímos fuera del coche a la vez, como si lo hubiéramos pactado. Después de algunas risas, entramos en las casas. Esta vez no me costó tanto dormirme, ya tenía el cuerpo adaptado al horario y esta vez evité usar la manta nórdica.
Volvimos a levantarnos sobre las 14:00 al día siguiente. Desayunamos y jugamos por última vez al billar. Entregamos las llaves y las tarjetas y nos despedimos de toda la gente de Calar Alto. Ahora había 2 horas y media más hasta Granada y otra hora de vuelo hasta Barcelona. Esta vez no hubo ningún problema y llegamos sin sobresaltos a la hora prevista. Nos llevamos un buen recuerdo de este gran viaje y también un resfriado de narices ya que una chica de mi grupo nos contagió a dos de nosotros. Aunque el hecho de la falta de sueño y el frío también nos minaron las defensas. De hecho ya estaba resfriado la primera noche y esa misma noche mi compañero de habitación tuvo fiebre y por lo que oí también hubo un baile de aspirinas importante entre la gente. Pero cualquiera se hubiera quedado encerrado en su habitación por un resfriado con una oportunidad que puede ser única en la vida.
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