Sol de fuego

Palamós (arriba y abajo, 18 de agosto). (Anna Vollmer)

(arriba y abajo) Fotos de Luis Marruecos desde su casa en Gavà del 17 de agosto de 2025. En el perfil de montaña se ve las Farreras, Eramprunyà y la Desfeta.

En la foto no se aprecia bien pero habia una niebla densa el 18 de agosto de 2025 por el entorno de León, fruto de los incendios que todavía queman cerca. O no tan cerca. El disco del sol se veía perfectamente sin problema a simple vista, como un disco rojo apagado totalmente filtrado por la niebla. (Jesús Álvarez)

El 17 de agosto a las 19,27 h, desde Barcelona, el Sol también se veía rojo. Se podía mirar directamente. (J. Tarragó) 

No es Antares, ni Betelgeuse ni Arturo. No es una estrella roja.
Es nuestro Sol, amarillento normalmente, al que vemos enrojecido como consecuencia del humo (de fuego) y de la calima, y no porque en su proceso de evolución estelar se esté empezando a convertir ya en una estrella gigante roja.
Este ha sido un verano de incendios por toda España y Portugal, y por el sur de Francia. También en otros muchos puntos del Mediterráneo. Algunos de ellos de una magnitud excepcional.
Sin duda, es momento de analizar qué ha pasado, en qué se ha fallado y cómo mejorar los sistemas de prevención, para evitar en lo posible tener que llegar a ciertos incendios que pueden llegar a matar personas y acabar con pueblos enteros, y a dañar el entorno natural de forma difícilmente reversible durante décadas.
Desde la agrupación astronómica, algunos socios y socias comentaron que había visto un sol muy rojo, pese a estar ya a una cierta altura, como raramente antes habían visto nunca. Eso se pudo comprobar desde la provincia de León, hasta la parte de Tarragona, Barcelona, Palamós o el mismo Castelldefels.
El color a inicios de agosto era fruto del humo, más que de la calima, que llegaba desde el sur de Francia. Posteriormente fue el humo que, a gran altura, llegaba desde el oeste de la península el que enrojecía la faz de nuestro astro rey.

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