La Luna, de nuevo. Nuestra compañera en las cortas noches de verano

Sí, en verano, por lo general, la gente nos fijamos más en nuestro satélite y en las estrellas.
Salimos más al anochecer y, al estar en vacaciones, en lugares muchas veces recónditos con horizontes limpios y cielos oscuros, es más fácil contemplar el firmamento y preguntarnos por lo que vemos en él, como la misma Luna: A veces parece rojiza al salir o en su ocaso, y blanca cuando está sobre nuestras cabezas. O sobre su tamaño aparente: Parece más grande en el horizonte y más pequeño en el cénit, justo cuando está justo encima.
El verano es el tiempo de la observación sin telescopio muchas veces, y a menudo con un refresco en la mano, charlando con amigos y amigas. Posiblemente, una de las formas de astronomía más bellas, que nos permite compartir nuestra afición verbalmente.
Así mismo es un tiempo ideal para mirar el Cosmos incluso solos, paseando de noche, como describía el escritor estadounidense Walt Whitman, en uno de sus poemas, "en el húmedo aire místico de la noche; y así, de tanto en tanto, contemplaba en perfecto silencio las estrellas". 
Y, sin duda, también se puede ver la Luna y el cielo desde un observatorio, y fascinarse con su aspecto cercano, tal como podemos ver en estas dos imágenes obtenidas con la ayuda de telescopios, la primera por Jesús Álvarez y la segunda por Sara Prieto y Alfonso López Borgoñoz, ambas desde el observatorio municipal de Castelldefels, que gestiona la agrupación astronómica.

Un detalle de la Luna, de su zona de los grandes mares de la parte derecha de su cara visible desde la Tierra, del 7 de agosto de 2025, captada por Jesús Álvarez. Integración express por la técnica JMG


Imagen del 30 de julio de 2025, por Sara Prieto y Alfonso López Borgoñoz

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